A lo largo del siglo XIX floreció en Europa un tipo de arquitectura llamado historicista como testimonio de admiración y recuperación de antiguos estilos, principalmente el románico y el gótico en sus múltiples vertientes, mezclándose esta corriente con una influencia orientalizante. Destacaré dos ejemplos. Por una parte el Royal Pavilion de Brighton, construído en 1823 en el sur de Inglaterra, y por otra el Palacio da Pena en Sintra (Portugal) de 1836.
Debido a sus estancias en distintos países europeos esta tendencia no pasó desapercibida a uno de los personajes más influyentes en todos los sentidos de la Sevilla decimonónica, como fue don Antonio de Orleans, Duque de Montpensier. Hijo de Luis Felipe I, rey de Francia y casado con María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la Reina Isabel II, se instaló en 1848 en el Palacio de San Telmo. Allí se constituyó una verdadera corte paralela a la de Madrid, fomentada por los duques en parte debido a las pretensiones que tenía Montpensier sobre el trono de España.
Quiso el duque emular lo conocido en Europa, encargando al prestigioso arquitecto sevillano Juan Talavera y de la Vega un pabellón que cerrara los Jardines del Palacio de San Telmo, a orillas del Guadalquivir. Concebido como mirador y merendero acristalado su estilo arquitectónico es el neomudéjar, asimilando así la influencia oriental mencionada anteriormente y de la que tanto en Sevilla como en el resto de España existían múltiples ejemplos.
No llegó a conocer el comitente el nuevo edificio ya que falleció en 1890 en Sanlúcar de Barrameda y éste no se culminó en sus últimos detalles hasta 1894. Su denominación era de Pabellón del Guarda Mayor de los Jardines del Palacio de San Telmo, y posteriormente tuvo múltiples usos, llegándose a utilizar como guardería de las piezas de caza menor.
Anteriormente a la construcción de esta obra una hija de los Duques de Montpensier, María de las Mercedes de Orleans y Borbón, que pasó su infancia en Sevilla en el Palacio de San Telmo, contrajo matrimonio con su primo hermano el Rey Alfonso XII en 1878, convirtiéndose en Reina Consorte de España. Sólo duró cinco meses aquel matrimonio ya que María de las Mercedes falleció de tifus en el Palacio Real de Madrid a los dos días de cumplir dieciocho años.
El brusco final de aquella verdadera historia de amor con la repentina muerte de la soberana y la desolación en la que sumió el Rey, que se retiró al segoviano Palacio de Riofrío, fomentó la aparición de una serie de mitos, leyendas y romances. En este contexto quiso ver el imaginario popular en el Pabellón de San Telmo el lugar donde la fallecida reina tomara el sol para mejorar su débil salud mientras contemplaba el trajín del puerto sevillano, leía las cartas de amor del monarca o cosía en compañía de las damas de su corte. De ahí nacería el nombre de Costurero de la Reina para el edificio que nos ocupa. Más ello no fue posible sino en la leyenda ya que, al fallecer en 1878, lógicamente no pudo frecuentar ni siquiera conocer una construcción que como hemos visto se culminó más de quince años después. Sin embargo si cabe la posibilidad de que si hubiera otro edificio anterior más modesto en el mismo lugar, o simplemente una terraza en la muralla palaciega donde la reina si pasara algunos ratos en su juventud.
Arquitectónicamente su planta es un poliedro irregular de cuatro lados con una torre semicircular en cada ángulo, siendo una de ellas más alta por alojar en su interior una escalera de caracol que llega hasta la azotea. Su construcción está realizada en ladrillo y tiene como característica principal la decoración en franjas horizontales bícromas, en tonos de almagra y calamocha de aceite. Es significativo que, en un edificio tan pequeño, se hayan reunido muchas de la artesanías tradicionales de la construcción en la ciudad, como la azulejería, cerámica, rejería, herrería, yeserías, pintura, vidrieras,ebanistería, etc. Todos ellos con ejemplos de primera calidad.
Su función primigenia propició su carácter abierto con numerosas cristaleras y balcones para facilitar la visión del paisaje circundante. Asimismo la concepción original y monumentalidad han hecho de este edificio un referente visual a la entrada de la ciudad desde la Avenida de la Palmera. En el se desarrollan los elementos referentes del estilo mudéjar, como arcos de herradura y polilobulados en los vanos, almenas escalonadas en el remate superior, paños de sebka, y algunos ejemplos al parecer auténticos del período califal cordobés, como los tres capiteles de avispero o nido de abeja.
Desde 1971 el edificio fue utilizado por el Ayuntamiento como oficina de información turística. Hacia el año 2003 se detectaron tanto en el interior como en el exterior signos de deterioro como filtraciones de agua, desprendimiento de azulejos, deficiencias en las crujías de madera del techo de la primera planta, podredumbre de algunas zonas de los ladrillos exteriores debido a la humedad, etc. Por ello se inició un proceso de actuaciones urgentes que culminaron en un Proyecto de Restauración y Rehabilitación promovido por el Consorcio de Turismo de Sevilla y realizado por el estudio del prestigioso arquitecto-restaurador Fernando Mendoza aprobándose por la Comisión de Patrimonio Histórico de la Delegación Provincial de Cultura de Sevilla en octubre de 2005.
En julio de 2006 se adjudicaron las obras de rehabilitación por concurso abierto a la empresa Sanor S.A., comenzando las obras en el mes de septiembre y culminando en abril de 2007.
En las obras de restauración tuvo un papel relevante el tratamiento de los numerosos elementos decorativos, realizados mediante las artesanías tradicionales referidas anteriormente, en especial los capiteles califales, deteriorados por su exposición a la intemperie y no haber sido nunca restaurados. También se recuperó la bicromía original de la fachada exterior, teniendo como premisa fundamental la recuperación de su antigua fisonomía. Igualmente se restauró y reforzó la estructura del edificio, reforzando la cimentación y creando una red de drenaje. Con ello se ha conseguido acabar con el problema de las humedades que le afectaba gravemente. Se ha aprovechado también para adaptarlo totalmente a la normativa actual de instalaciones, seguridad y accesibilidad, así como instalación eléctrica, saneamiento y abastecimiento. El jardín también ha sido restaurado eliminando el estanque y sustituyendo la reja colocada en los años setenta por otra más acorde con el entorno.
En el interior, aparte de la recuperación de las piezas decorativas, se ha aplicado en la pared estuco de color garbanzo claro y en la torre sureste se instaló un ascensor así como una barandilla de vidrio de doble seguridad en la azotea.
Por otra parte, en el exterior se eliminaron elementos publicitarios y de señalización en el entorno más inmediato.
En la actualidad se utiliza como Centro de Recepción y Oficina de Turismo.
En esta última fotografía se aprecia el escudo de azulejos del Reino de Castilla, con una inscripción latina con el Ave María y la fecha de terminación, 1894.
TEXTO Y FOTOGRAFIAS DE JOAQUIN OSSORIO MARTINEZ